El precio del reciclaje es un factor importante dentro de la industria del reciclaje, ya que como mencionamos anteriormente, su precio se encuentra sujeto a diferentes factores. Para comprender un poco más el tema, hemos realizado una lista de los principales factores que determinan el precio de la chatarra y profundizaremos en cada uno de ellos. Sin más que agregar, estos son:
Oferta y demanda
Como sabemos, la oferta y demanda es la ley básica de la economía, por lo que el precio de la chatarra no será la excepción. Por ejemplo, en un hipotético caso de que en el mundo hay un aumento en las actividades de construcción y fabricación, lo más seguro es que haya una gran demanda y por ende el precio de la chatarra suba. Por el contrario, si hay una demanda baja y oferta alta, lo más probable es que el precio de la chatarra baje.
El mercado global
El mercado global también es un factor determinante en el precio de la chatarra, pues las fluctuaciones de la economía mundial, la producción industrial y las políticas comerciales que regulan el comercio de la chatarra, pueden influir directamente en el precio de la misma. Por ejemplo, si existen cambios de tarifas de importación y exportación en determinado país, afectará la salida o entrada de chatarra, lo que a su vez afecta la oferta y demanda.
Calidad y tipo de chatarra
No todos los metales reciclados tienen el mismo precio, ya que unos son más valiosos que otros. El precio de la chatarra dependerá del tipo de metal ferroso y no ferroso, su calidad, pureza y estado. Por ejemplo, la chatarra de acero inoxidable siempre tendrá un precio más alto que la chatarra de acero regular. Así como también, la chatarra de cobre puro será más costosa que la chatarra de cobre que ha sufrido aleaciones con otros metales.
Costo de transporte
Aunque no parezca, el coste de transporte de la chatarra también influirá en su precio. Es decir, si la chatarra se debe llevar a un lugar muy lejano, es normal que el precio por el traslado de la misma sea alto.
Procesamiento de la chatarra
Los costos del procesamiento de la chatarra son claves para determinar su precio en el mercado, esto incluye la separación, recolección, limpieza y otros procesos.
Fluctuación de la moneda
Cuando la chatarra es comercializada de forma internacional, las fluctuaciones en los cambios de moneda pueden afectar directamente en los costos de importación y exportación. Lo que significa que el valor de la moneda puede afectar el precio de la chatarra.
Debido a todo lo anterior, tenemos como conclusión que el precio de la chatarra está determinado por una serie de factores económicos, sociales, políticos, logísticos e industriales.
La valorización de la chatarra es una solución que surge en vista de los problemas ambientales que vivimos actualmente, especialmente relacionados con la sobreexplotación de los recursos naturales finitos. En este artículo hablaremos sobre los conceptos clave para la valorización de la chatarra y cuáles son sus etapas. ¡Comencemos!
¿Qué es la valorización de la chatarra?
La valorización de la chatarra, también conocido como valorización de los residuos, es un proceso que se realiza para la recuperación y reutilización de materiales metálicos y no metálicos que han sido desechados por el ser humano luego de cumplir su vida útil. Para llevar a cabo la valorización de la chatarra, esta debe pasar por una serie de etapas, como la recolección, clasificación, procesamiento, y transformación a nuevos productos; de los cuales profundizaremos más adelante.
En definitiva, la valorización de los residuos es una práctica que evita la acumulación de residuos en los vertederos, además que evita la explotación de recursos naturales para la extracción de metales vírgenes.
¿Cuáles son las etapas para la valorización de residuos?
Como mencionamos anteriormente, la valorización de la chatarra es un proceso mediante el cual se vuelve a dar valor económico a los desechos humanos. A continuación te diremos algunas etapas esenciales para la valorización de la chatarra:
Recolección
La recolección es el paso principal para iniciar la valorización de la chatarra. La misma se puede obtener desde diferentes lugares, ya sea en hogares, negocios, industrias, lugares de demolición, deshuesadoras de vehículos, entre otros sitios.
Clasificación
Los objetos recolectados la mayoría de veces están combinados con diferentes materiales, como metales, cartón, vidrio, plásticos y demás materiales reciclables. Por lo que, después de recolectarse la chatarra, será necesario clasificar los desechos por su material. Este paso es esencial, ya que cada material tiene un proceso único de procesamiento.
Procesamiento
Para este punto los materiales reciclables ya se han clasificado por su tipo, están listos para pasar por diferentes procesos de tratamiento para su reutilización o reciclaje. En esta etapa podemos encontrar la trituración del material, su compactación y limpieza.
Reciclaje
Todos los materiales reciclados se emplean para la fabricación de nuevos productos. Por ejemplo, el papel y cartón reciclado se utilizan para la fabricación de papeles nuevos. El vidrio reciclado se utiliza para fabricar nuevos vidrios, espejos, botellas de bebidas, utensilios para la cocina, entre otras aplicaciones. Los metales, como el acero, aluminio y demás, son utilizados para la producción de electrodomésticos, estructuras metálicas, automóviles, entre otros. Por último, el plástico reciclado se puede convertir en nuevos envases, utensilios para cocina, juguetes, textiles, materiales para la construcción, entre otros.
Valorización energética
Es importante saber que no toda la chatarra se puede reciclar de forma eficiente, por lo que para su aprovechamiento se utiliza como combustible para la generación de energía. Dicho proceso adopta el nombre de valorización energética, consiste en quemar controladamente los residuos que no se pueden reciclar, con el fin de producir calor o electricidad.
Mercado de la chatarra
Como vemos, la chatarra tiene gran valor para la realización de nuevos productos, lo que quiere decir que es un recurso valioso. El precio de la chatarra en el mercado global varía según diversos factores, principalmente por la oferta y la demanda, su calidad y pureza, factores económicos y ambientales, políticas de reciclaje, entre otros.
El reciclaje cobra mayor importancia cuando pasamos del enfoque particular hacia el industrial. En este artículo te explicamos en qué consiste este reciclaje industrial, por qué es tan importante y cómo se efectúa de forma práctica en la actualidad.
¿Qué es el reciclaje industrial y por qué es importante?
El reciclaje industrial engloba todas las actividades para clasificar, almacenar y transportar residuos que se han generado en una actividad de industria.
La importancia que tiene el reciclaje industrial es grandísima, tanto a nivel cuantitativo como de riesgo.
Esto significa que en la industria se genera una cantidad de residuos considerablemente superior a la que cualquier domicilio podría llegar a crear e, incluso, en comparación a una pequeña o mediana empresa.
Además, en la industria la tipología de residuos a menudo es más peligrosa que en los domésticos, lo que representa un mayor riesgo para el medio ambiente y mayor necesidad de aprovechar el reciclaje para darles un uso o tratamiento adecuado.
A nivel práctico, los beneficios también representan una diferencia notable con respecto al reciclaje doméstico. El ahorro de materias primas y de energía que puede conseguir la industria con estas acciones es impactante.
La reducción de costes también es notable con acciones que buscan la sostenibilidad en su proceso de producción, pero es que además fomenta el empleo y la creación de nuevos puestos de trabajo, para profesionales que deben responsabilizarse de la gestión de estos residuos.
Pasos del reciclaje industrial de desechos sólidos
Un plan de gestión de residuos sólidos en la industria, debe seguir los siguientes pasos:
Identificar los residuos que se generan por la actividad industrial.
De forma complementaria, hacer un plan de prevención de residuos, actuando allí donde sea posible reducir su generación.
Clasificar todos los residuos, para poder facilitar un almacenamiento, una recogida y posterior tratamiento de la forma más efectiva posible.
Hacer las acciones propias de recogida de los residuos, siempre atendiendo al nivel de riesgo que pueden representar y preservando la seguridad de los profesionales y la sostenibilidad.
Almacenamiento temporal de los residuos, en caso de ser aplicable.
Transporte de los residuos industriales, normalmente solicitado a empresas autorizadas a realizar este trabajo.
En la planta de tratamiento, se valorizan los residuos o se procede a su eliminación.
Ejemplos de reciclaje industrial
En la industria tenemos muchos ejemplos de reciclaje industrial y, para entenderlos, lo mejor es distinguir la tipología existente de tratamiento de estos residuos:
Reciclaje industrial mecánico: Es el que se utiliza con maquinaria para todos los pasos de tratamiento del residuo. El reciclaje de metales entraría dentro de esta tipología en cualquiera de sus variantes, desde la fundición hasta empaquetar metales. Pero también residuos como el plástico, el vidrio, etc.
Reciclaje industrial energético: Engloba las acciones de residuos que no pueden someterse a un proceso químico o mecánico, como por ejemplo el reciclaje por incineración, por gasificación o por pirólisis.
Reciclaje industrial químico: Diferenciamos con él el reciclaje que altera la estructura química del residuo. Se aplican técnicas como la hidrogenación, la hidrólisis o la glicólisis.
Reciclaje biológico: Es el que se vuelca en aprovechar energía a base de reciclar desechos biológicos, que son degradados y con los que luego se libera la energía con la presencia de oxígeno.
Reciclar es una actividad fundamental para reducir la sobreexplotación de las materias primas de la naturaleza, ahorrar en el consumo de agua y energía y, además, evitar la emisión de los gases de efecto invernadero, generados tanto durante el proceso de obtención de materiales necesarios como en el de fabricación.
Pero para que el reciclado sea óptimo y eficaz, es necesario conocer el tipo de material que queremos reciclar y separarlo para posteriormente depositarlo en el contenedor adecuado. Y para reducir aún más el impacto medioambiental de nuestras acciones, se recomienda elegir, siempre que sea posible, productos que estén hechos a partir de materiales fácilmente reciclables, como son los envases y cierres metálicos.
El metal de los envases y cierres se caracteriza, sobre todo, por ser un material que perdura en el tiempo. Esto es posible gracias a sus propiedades inherentes, es decir, que no cambian durante su uso ni por su continuo reciclaje. Al finalizar el proceso de reciclado de los metales se obtiene un material idéntico al original, sin que se hayan alterado sus propiedades ni haya perdido calidad. Una característica que lo convierte en un elemento infinitamente reciclables.
Así es el proceso de reciclaje de los metales
Si se trata de envases y cierres metálicos, el proceso de reciclaje comienza desechándolos en los contenedores amarillos para facilitar su posterior recolección y, despues, separación, siendo este paso esencial para diferenciar aquellos metales que presentan daños serios, como la oxidación, de aquellos que están en buen estado. Después de pasar por estas fases, los envases y cierres metálicos terminan siendo triturados, fundidos y, finalmente, purificados, un proceso mediante el cual se eliminan sustancias contaminantes que quizás estén presenten en el metal. Cabe señalar que, en el caso de que queramos desechar metales que no sean envases o cierres metálicos, lo recomendable es llevarlos a un punto limpio.
En la actualidad se estima que el 80% del metal producido sigue todavía en circulación y que la tasa conjunta de reciclaje de envases de aluminio y acero en España alcanzó en 2022 el 85,5%. Así lo indican las cifras obtenidas por laAsociación Metalgráfica Española (AME), una organización que agrupa empresas fabricantes de envases y cierres metálicos y que ha lanzado recientemente su campaña “El metal se recicla para siempre”. Precisamente, el aluminio y el acero son, respectivamente, el tercer y cuarto elemento más presente en la litosfera, capa superficial sólida de la Tierra, por lo que existe una abundante cantidad de este material en el planeta.
La facilidad de su reciclaje ayuda a no empeorar la situación actual de contaminación, dado que se reducen los procesos de extracción de metales, que dejan una importante huella medioambiental. A la vez, reutilizar metales que no hayan sido contaminados previamente por sustancias tóxicas y dañinas para la salud, supone ahorrar también en el consumo de energía, agua y en las emisiones de CO2. De hecho, al reciclar una tonelada de chatarra se utiliza entre un 70% y un 95% menos de energía que al fabricar una tonelada de metal que no haya pasado por ningún proceso de reciclaje.
Características de los envases y cierres metálicos
Además de ser 100% reciclables, los metales se caracterizan por su resistencia a impactos, soportar temperaturas extremas y servir de barrera total contra la luz, el gas y el oxígeno. Por ello, el metal se convierte en una solución idónea y eficaz para cierres y envases como las latas de conserva de alimentos o bebidas, aerosoles, botes industriales, tapas, chapas, tapones, o precintos.
Las propiedades de los envases y cierres metálicos hacen que estos también sean eficientes durante la cadena de suministro, dado que, por ejemplo, resultan fáciles de manipular, una característica que reduce el deterioro y los costes. Por otro lado, su rigidez permite también un llenado a gran velocidad y sin prácticamente pérdida de producto, garantizando así la eficiencia global de energía.
Además, su resistencia a los golpes minimiza también el riesgo de vertido o rotura durante el transporte. Esta misma dureza y estabilidad permite apilarlas y poder transportar más cantidad en menos viajes, lo que ayuda a reducir aún más los costes de transporte y las emisiones de CO2.
Gracias a estas características, los envases y cierres metálicos tienen un papel esencial en la economía circular, un modelo de producción y consumo basado en reutilizar y reciclar materiales y productos ya existentes y producir bienes y servicios. Así, se reduce el consumo y desperdicio de recursos energéticos o materias primas naturales como es el agua.
La industria metalúrgica es uno de los sectores que más energía consume, pero al mismo tiempo tiene que ser una pieza importante en la transición hacia un mundo sostenible. Sacar al mercado productos más eficientes y reintroducir los residuos metálicos en la cadena de valor tienen cada vez más peso.
Un tejado solar gestionado por la comunidad de vecinos. Las piezas que se ensamblan en un coche eléctrico. Una hilera de molinos eólicos en lo alto de la montaña. Una instalación de aerotermia que le roba energía al aire para calentar una casa. La transición hacia un mundo de energías limpias y consumos más eficientes y racionales tiene muchas caras. Y casi todas ellas se cruzan, en un momento u otro, con la industria del metal.
Solo durante 2022, se añadieron 191 gigavatios de potencia instalada en paneles fotovoltaicos y 75 gigavatios de potencia eólica en todo el mundo, según datos de la Agencia Internacional de la Energía Renovable (IRENA). En la cadena de producción de cada megavatio solar se usan entre 35 y 45 toneladas de acero; y en cada megavatio eólico la cifra sube hasta las 120 toneladas, de acuerdo con la multinacional siderúrgica ArcelorMittal.
La industria del metal participa de las cadenas de valor de todas las industrias energéticas, tanto renovables como nucleares y fósiles, desde la minería y el transporte hasta la maquinaria y el cableado. Tal como señalan desde la asociación sectorial World Steel, forma parte de los procesos de transporte, almacenamiento y distribución de energía y de todas las industrias que fabrican bienes de consumo más eficientes y sostenibles (desde coches hasta sistemas de climatización).
“Todos los equipos que sirven a otras industrias para ser más sostenibles y eficientes los fabrica la industria del metal. Somos una industria consumidora de eficiencia y generadora de eficiencia”, explica un portavoz de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales del Metal (CONFEMETAL), que agrupa a 220.000 empresas y 320.000 autónomos del sector. “Sacar al mercado productos más racionales en el uso de recursos y más eficientes forma parte de nuestro propio negocio y a la vez facilita ahorros en todos los demás sectores”.
Pero, más allá de su papel en la transición hacia un mundo más sostenible, ¿cómo afronta la industria sus propios retos en materia de consumo de materiales y energía? ¿Cómo encaja la sostenibilidad en sus múltiples cadenas de valor?
La sostenibilidad en la cadena de valor del metal
La industria del metal agrupa a todas aquellas industrias que procesan metales ferrosos, como el acero, y no ferrosos, como el cobre o el aluminio. De acuerdo con la definición del Ministerio de Industria de España, está formada por empresas de metalurgia y fabricación de productos metálicos, de construcción de maquinaria y equipos mecánicos, de materiales y equipos eléctricos, electrónicos y ópticos y de fabricación de materiales de transporte y por multitud de otras industrias manufactureras, como, por ejemplo, la joyería.
Tanto por las actividades extractivas (minería) como por la fundición, la industria del metal es uno de los mayores consumidores de energía a nivel global. En 2021, según datos de la AIE, la industria en general consumió el 38 % de la energía producida en todo el mundo y generó el 25 % del total de las emisiones de gases de efecto invernadero (sin contar las emisiones indirectas). Alrededor de una cuarta parte de esas emisiones industriales se debieron al sector del metal.
El subsector del hierro y del acero es, además, uno de los grandes consumidores de carbón a nivel global, una de las fuentes de energía fósil más contaminantes. Sin embargo, todos estos consumos se han mantenido estables en los últimos años y dan ya señales de haber empezado a reducirse.
La tendencia sigue la lógica del mercado: en la industria del metal el coste de la energía puede suponer más del 20 % de los ingresos (datos de la OCDE) y más en un contexto de alza de precios energéticos como el actual. “Uno de los primeros objetivos de toda la industria es la eficiencia, forma parte de su razón de ser. La industria del metal trabaja para reducir sus consumos y sus emisiones y, como consecuencia, sus costes, para seguir siendo competitiva”, añade el portavoz de CONFEMETAL.
La importancia de la circularidad
Además del uso de la energía, otro de los elementos transversales a todas las cadenas de valor de la industria del metal es el consumo de materiales. A pesar de que la economía lineal sigue siendo importante en el sector a nivel global (extraer materias primas vírgenes, fabricar materiales, consumir y tirar), la circularidad tiene cada vez más peso. Al fin y al cabo, un residuo metálico siempre puede reintroducirse en la cadena de valor.
“La reciclabilidad es un elemento central de la industria del metal porque el residuo de metal tiene valor. Hoy por hoy, la mayor parte de la siderurgia española trabaja con chatarra reciclada en un horno eléctrico. El índice de reciclaje en aluminio y cobre está por encima del 80 % y la regeneración de residuos es un subsector con cada vez más peso en esta industria”, señalan desde CONFEMETAL.
“Podemos llevar en el bolsillo un bolígrafo cuyo metal formase parte de la armadura de un romano hace 2.000 años”, añade el portavoz. De hecho, por ejemplo, el 70% del acero producido hasta la fecha sigue en uso, según datos de la confederación europea de la industria del reciclaje (EURIC). A nivel global, el 35,5% del acero fue producido a partir de materiales secundarios.
En Estados Unidos, la tasa de reciclaje de todos los metales ferrosos y no ferrosos se acerca al 60%, según datos de la agencia medioambiental (EPA), porcentaje similar al que tienen, de media, los países de la Unión Europea. Si vamos al detalle, el nivel de recogida y reciclaje puede llegar a ser mucho más alto en algunos subsectores. Por ejemplo, el aluminio y el acero usados en la fabricación de envases, aerosoles y cierres en España tienen una tasa de reciclaje del 87%, según datos de la Asociación Metalgráfica Española.
“Toda la industria trabaja sobre las siete erres de la economía circular: es el futuro. No vamos a disponer de tantas materias primeras como hasta ahora. Estamos obligados a reciclar las que tenemos, volver a introducirlas en la cadena de valor y cada vez utilizar menos cantidad”, explica el portavoz de CONFEMETAL. “Existe una cadena de recuperación de materiales muy trabajada. No se pierde ni un tornillo”.
La sostenibilidad y la eficiencia juegan un papel cada vez más importante en todas las cadenas de valor de la industria del metal. Lo hacen porque así lo demandan el resto de industrias, sus clientes, y también porque es un camino con grandes oportunidades de ahorro y de mejora de la competitividad. “Gran parte del negocio de la industria del metal es la eficiencia”, concluyen desde CONFEMETAL. “Quien renuncia a ello, hoy por hoy, acaba expulsado del mercado”.
Anualmente, Naciones Unidas presenta la actualización de su Informe de Desarrollo Sostenible, que trata de dar seguimiento al avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y así al cumplimiento de los compromisos derivados de la Agenda 2030. El índice con el que se mide el progreso en el desarrollo sostenible se estructura en tres grandes dimensiones del desarrollo (económica, social y medioambiental), que se desgranan en los 17 ODS y sus 118 indicadores asociados. Independientemente de las discusiones sobre la conceptualización y cuantificación de los ODS, aún vigentes, lo cierto es que el informe ofrece una panorámica muy completa de los retos del desarrollo a nivel global.
El desempeño que muestra España en este último informe permite extraer algunas conclusiones de interés sobre los principales retos que enfrenta el país desde una perspectiva multidimensional y de largo plazo. España se sitúa en el puesto 16º de 163 países analizados, es decir, se ubica entre los que muestran un mejor desempeño en el conjunto del índice. De los 118 indicadores, España cumple con las metas fijadas en 69 de ellos y en otros 20 muestra unos niveles aceptables.
En contraposición, el país muestra su peor cara en 27 indicadores, que se quedan notablemente por debajo de las metas marcadas y tienden a empeorar. Estos indicadores se concentran, de forma muy marcada, en el ámbito de la sostenibilidad ambiental, especialmente en los ODS de “hambre y seguridad alimentaria” (ODS 2), “consumo y producción sostenible” (ODS 12), “acción climática” (ODS 13), “océanos y mares” (ODS 14) y “biodiversidad” (ODS 15).
Retos de España en Desarrollo Sostenible
La primera conclusión que se extrae tras analizar estos indicadores es que el principal reto de España es el de la adaptación de su sistema económico a los criterios de sostenibilidad ambiental. Esto va más allá de los Acuerdos de París, de la reducción de emisiones de CO₂ y del desarrollo de las energías renovables, y exige abordar los retos medioambientales desde una perspectiva integral. Es decir, incluye la necesidad de mejoras significativas en ámbitos como el desarrollo de una agricultura sostenible, la gestión de la basura electrónica, el desarrollo de los sistemas de reciclaje de plásticos, la implantación de mecanismos de economía circular. Pero también la protección de mares y ríos, el desarrollo y reglamentación de las prácticas de pesca, la preservación de la biodiversidad marina y terrestre y la protección de las especies en riesgo de extinción, entre otras.
El segundo reto es el de la productividad. España presenta serias carencias en indicadores clave para el desarrollo de su capital humano y la consecución de mejoras agregadas de productividad, ambas, determinantes clave del crecimiento económico de largo plazo. Algunos de estos indicadores son: un escaso registro de patentes y de inversión en I+D, bajas puntuaciones en el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o examen PISA (por sus siglas en inglés), bajo rendimiento académico de los alumnos en ciencias, proporciones reducidas de investigadores y amplias de jóvenes que ni estudian ni trabajan.
El tercer reto se centra en la desigualdad. España presenta un desempeño mejorable en todos los indicadores de inequidad (índice de Gini, ratio Palma, pobreza en mayores y pobreza tras redistribución), así como en diferentes aspectos de su Estado de bienestar, como la igualdad salarial por género y excesiva carga de la renta del hogar, entre otros. Además, el país también presenta otros indicadores que deben mejorar, como la excesiva población reclusa, una notable relevancia de las exportaciones de armas y un menguante volumen de ayuda oficial al desarrollo.
En definitiva, si España quiere alcanzar los ODS en el año 2030, tendrá que hacer frente a estos tres retos clave mediante un intervencionismo público inteligente. El reto de la sostenibilidad exigirá profundos desarrollos normativos y una ambiciosa estrategia de inversión pública (y privada) en línea con el Pacto Verde Europeo. El reto de la productividad deberá centrarse en un incremento importante de las inversiones en I+D y en mejoras cualitativas en toda la cadena de desarrollo de su capital humano y la transferencia tecnológica al tejido empresarial. El reto de la desigualdad exigirá una mejor y mayor capacidad recaudatoria y el rediseño y mejora de la eficiencia redistributiva del gasto público. Finalmente, España necesita construir consensos amplios en la sociedad, tanto en los partidos políticos, como en el ámbito empresarial, social y cultural, para avanzar de forma sólida y sostenible en sus retos de desarrollo.
Las empresas deberán cumplir con la Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica. Esta nueva normativa que se aprobó hace unos días va a obligar a cerca de unas 200 empresas que se deberá registrar la huella de carbono y publicar un plan de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en 2023.
A esta iniciativa se sumarán 750 empresas que serán en su mayoría pequeñas y medianas empresas. Estas compañías registraron su huella de carbono en 2019.
El cambio climático es el gran desafío del siglo XXI. Las consecuencias del ascenso de las temperaturas a nivel global son cada vez más evidentes y todos los países deben de posicionarse bajo una estrategia que reduzca y compense sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
Si queremos paliar el calentamiento global tenemos que empezar a actuar desde todos los niveles: Estatal, local, empresarial y personal y para comenzar nuestro avance debemos conocer en primer lugar qué impacto genera nuestra actividad en toneladas equivalente de CO2.
En definitiva, la lucha firme contra el cambio climático ha comenzado y es momento de posicionarnos a favor del medio ambiente, sin dejar de lado los nuevos beneficios económicos que derivan de esta ley. Tanto empresas de cualquier tamaño como administraciones deben dar un paso adelante y adaptarse para hacer frente a una transición energética justa, utilizando las herramientas disponibles para el cálculo y reducción de emisiones en las que en Green CO2 estamos especializados.
Las empresas contribuyen a los objetivos de la Unión Europea de 2030
Todas las empresas tienen que contribuir a los objetivos de la Unión Europa en 2030. En esta fecha, España deberá presentar su primer plan de energía y clima. Para ello, las compañías deberán contribuir a la descarbonización de la economía y deberán reducir el 40 % de las emisiones de efecto invernadero.
La empresa TÜV SÜD ha propuesto impulsar la electrificación del transporte mejorar la eficiencia energética, adquirir energía eléctrica certificada procedente de fuentes renovables y sustituir los combustibles fósiles por biocombustibles. Una de las representantes de la empresa, Victoria Gutiérrez, ha declarado que “existirán dos figuras fundamentales para determinar el marco de actuación en materia de acción contra el cambio climático: los Planes Nacionales Integrados de Energía y Clima (PNIEC) y la Estrategia de Descarbonización a 2050. Ambas herramientas han de ser coherentes entre sí, ya que no hay otra forma de asegurar, de manera fiable, inclusiva, transparente y predecible, el logro de los objetivos y metas para el año 2030 y para el largo plazo”.
¿Cuáles son las principales necesidades de la ley?
Gutiérrez ha explicado que dentro de la ley se explica la necesidad de definir un sistema de impacto y cómo adaptarse al cambio climático. Además se debe adoptar un seguimiento sobre las políticas públicas y elaborar informes de riesgos.
Las empresas públicas y privadas deberán añadir información relativa al nivel de exposición a riesgos climáticos y de carbono y las estrategias y objetivos para su mitigación. Además de ello, dentro de dos años, las entidades bancarias deberán publicar “objetivos específicos de descarbonización de su cartera” como se ha firmado en los Acuerdos de París.
Podría parecernos que las instalaciones de una chatarrería y un desguace son similares, pero lo cierto es que entre ellas hay claras diferencias. De entrada, mientras que en las chatarrerías el trabajo está enfocado a la compra, almacenamiento, clasificación y venta de chatarra de cara a poner en valor los residuos para emplearlos en distintas aplicaciones posteriores, siendo posible con elementos, como vehículos superiores a 3,5 toneladas, los desguaces pueden hacer esa labor con piezas inferiores a ese peso que pueden procesarse en estos establecimientos. Antiguamente cuando llevábamos nuestro viejo coche a una chatarrería, algo que ya no es viable ya que, como decimos, todos los vehículos de menos de 3500 kg han de acabar en un Centro Autorizado de Tratamiento de Vehículos, que es como se llama ahora a los desguaces. Allí se lleva a cabo un pormenorizado proceso en el que se tramita la baja de los vehículos y se ponen a la venta las piezas de segunda mano que aún son útiles. En las chatarrerías se reciclan vehículos con peso superior a 3500 kg. En el desguace se valoran las piezas en están en buen estado con destino al mercado de segunda mano al tiempo que todo el metal con desperfectos que ya no puede ser revendido acaba en los gestores de residuos de chatarra y en las fundiciones o acerías para su reutilización en la fabricación de nuevos componentes.
En cuanto a la chatarrería, partimos de la base de que el profesional de la chatarra ha evolucionado mucho en todos los aspectos de su ámbito laboral. Uno de sus mayores retos ha sido adaptar sus procesos de tratamiento dela chatarra a los nuevos cánones de las normativas de medio ambiente, cada vez más precisas y exigentes. Para que esto sea posible las instalaciones de las chatarrerías han sufrido un intenso proceso de inversiones y transformaciones que las han llevado de meros tratantes a gestores de residuos de manera eficaz y cuidadosa con el medio ambiente. La compra o venta de estos elementos es solo una parte más de su trabajo, lejos del carácter principal de antaño. Ahora la gestión eficiente de la materia es un eje ineludible e importante en su día a día por lo que ha debido incorporar a su industria nuevas tecnologías, maquinarias y técnicas apropiadas para unos óptimos resultados.
Recordemos que la chatarra es el conjunto de metal de desecho compuesto fundamentalmente de fragmentos de hierro. Aunque parezca un término peyorativo, el valor de este elemento se ha incrementado notablemente en los últimos años de cara a la sociedad. Los sobrantes de hierros y metales han adquirido un valor económico muy importante gracias a su tratamiento y clasificación adecuados en la apropiada planta de reciclaje, ya que esta acción posibilitará que pueda volverse a usar como materia prima para forjar materiales nuevos en las fundiciones de hierro o de otros metales.
A veces pensamos que el hierro y el acero es lo mismo, pero no es así, ambos son metales, pero son diferentes. El hierro se obtiene de sus menas en el alto horno, tratándolas con coque. El acero, sin embargo, es una aleación (mezcla) de hierro y carbono, pero que también puede contener otros metales en pequeña proporción como níquel (Ni), manganeso (Mn), cromo (Cr), vanadio (V), wolframio (W), etc. que le confieren propiedades peculiares. Por tanto, vemos como a la hora de obtenerlo son diferentes, y ahora vamos a ver las diferencias entre uno y otro ¡Atento!
El acero es un material más dúctil que el hierro, es decir, es capaz de transformarse mediante presión más fácil que el hierro.
También es más maleable que el hierro, es decir, puede ser moldeado y trabajado con facilidad para darle la forma y las características que más nos convenga. Sin embargo el hierro es menos manejable en este sentido.
El acero es más duro y resistente que el hierro aunque a priori parezca más frágil. Además de ser muy elástico y tenaz.
Es por estas características que el acero está muy presente en muchos utensilios de nuestra vida cotidiana como estructuras, maquinaría, vehículos pesados, materiales rodantes, barcos, etc.
En la actualidad, existen alrededor de 2500 tipos de aceros diferentes. Todas estas variedades de acero pueden ser recicladas y clasificadas como chatarra para posteriormente volver a las fundiciones como materia prima de futuro hierro nuevo. Los diferentes tipos de acero se agrupan en cinco clases principales: aceros al carbono, aceros aleados, aceros de bajas aleaciones ultra resistentes, aceros inoxidables y aceros de herramientas.
Por tanto, vemos como el acero tiene más propiedades y más formas que el hierro en sí, y además el acero es una aleación y el hierro es un elemento.
El reciclaje de chatarra es beneficioso para múltiples partes, es practicable gracias a la inversión previa en centros de reciclaje aptos para ello y estos residuos, además, siguen generándose de forma continua por lo que no solo ofrece ventajas, sino que además es necesario.
De entre todos los beneficios del reciclaje de chatarra, hemos seleccionado 4 básicos, que afectan prácticamente a todo el mundo, desde los usuarios, hasta las empresas participantes y, por descontado, también al medioambiente.
El reciclaje de chatarra disminuye su presencia física
Algo completamente lógico. Cuanto más reciclaje de chatarra se aproveche, menor cantidad de estos residuos se acumulará en vertederos. Hay que recordar que una vez terminan en estos espacios, su posterior separación y reciclaje es casi imposible, por lo que es mejor que no forme parte de esta basura.
El ahorro de recursos con el reciclaje de chatarra
Uno de los beneficios del reciclaje de chatarra, como también sucede con otros procesos de reciclaje, es que permite el aprovechamiento de sus componentes para crear otros materiales.
Si se utilizan estos materiales, no tienen que extraerse por ejemplo de la mina. Se reduce por tanto el consumo de estos recursos y también se reduce considerablemente el gasto energético que se necesita para su extracción y todos los procesos, hasta la cadena de fabricación.
El reciclaje de chatarra fomenta el desarrollo económico
La industria del reciclaje está en un crecimiento destacable desde los últimos años. Además, el reciclaje de chatarra y de metales, representa uno de los más importantes.
El reciclaje de chatarra fomenta así el desarrollo económico y representa un sector en auge, que afecta a muchas empresas relacionadas directa o indirectamente, con el aprovechamiento de estos recursos.
Beneficio del medioambiente por el reciclaje de chatarra
No debemos olvidar que, a pesar de los beneficios económicos, personales y energéticos de cualquier tipo de reciclaje, el objetivo definitivo es proteger el medioambiente, reducir el impacto en la naturaleza, disminuir la emisión de gases contaminantesy, de esta forma, poder disfrutar todos los seres vivos de un planeta con mejores condiciones de habitabilidad.
El reciclaje de chatarra contribuye de una forma notoria a este objetivo. En primer lugar, por el comentado beneficio de que se reduce la energía necesaria para la extracción del material, ya que hace falta precisamente menos cantidad.
Este gasto energético también supone un incremento del calentamiento global, por lo que reducirlo en todo lo posible, nos permitirá minimizar su efecto negativo sobre el planeta.
Igualmente, gestionar de forma correcta la chatarra, permite evitar la contaminación que sus materiales provocarían en un entorno no controlado, como el mar o incluso en la atmósfera. Se reduce tanto su contaminación como también los efectos nocivos que podría ocasionar en estos entornos y en sus hábitats.
Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestra web. Si sigues utilizando este sitio asumiremos que estás de acuerdo.ValePolítica de privacidad