Cuando apostar por el metal es apostar por el reciclaje
Reciclar es una actividad fundamental para reducir la sobreexplotación de las materias primas de la naturaleza, ahorrar en el consumo de agua y energía y, además, evitar la emisión de los gases de efecto invernadero, generados tanto durante el proceso de obtención de materiales necesarios como en el de fabricación.
Pero para que el reciclado sea óptimo y eficaz, es necesario conocer el tipo de material que queremos reciclar y separarlo para posteriormente depositarlo en el contenedor adecuado. Y para reducir aún más el impacto medioambiental de nuestras acciones, se recomienda elegir, siempre que sea posible, productos que estén hechos a partir de materiales fácilmente reciclables, como son los envases y cierres metálicos.
El metal de los envases y cierres se caracteriza, sobre todo, por ser un material que perdura en el tiempo. Esto es posible gracias a sus propiedades inherentes, es decir, que no cambian durante su uso ni por su continuo reciclaje. Al finalizar el proceso de reciclado de los metales se obtiene un material idéntico al original, sin que se hayan alterado sus propiedades ni haya perdido calidad. Una característica que lo convierte en un elemento infinitamente reciclables.
Así es el proceso de reciclaje de los metales
Si se trata de envases y cierres metálicos, el proceso de reciclaje comienza desechándolos en los contenedores amarillos para facilitar su posterior recolección y, despues, separación, siendo este paso esencial para diferenciar aquellos metales que presentan daños serios, como la oxidación, de aquellos que están en buen estado. Después de pasar por estas fases, los envases y cierres metálicos terminan siendo triturados, fundidos y, finalmente, purificados, un proceso mediante el cual se eliminan sustancias contaminantes que quizás estén presenten en el metal. Cabe señalar que, en el caso de que queramos desechar metales que no sean envases o cierres metálicos, lo recomendable es llevarlos a un punto limpio.
En la actualidad se estima que el 80% del metal producido sigue todavía en circulación y que la tasa conjunta de reciclaje de envases de aluminio y acero en España alcanzó en 2022 el 85,5%. Así lo indican las cifras obtenidas por la Asociación Metalgráfica Española (AME), una organización que agrupa empresas fabricantes de envases y cierres metálicos y que ha lanzado recientemente su campaña “El metal se recicla para siempre”. Precisamente, el aluminio y el acero son, respectivamente, el tercer y cuarto elemento más presente en la litosfera, capa superficial sólida de la Tierra, por lo que existe una abundante cantidad de este material en el planeta.
La facilidad de su reciclaje ayuda a no empeorar la situación actual de contaminación, dado que se reducen los procesos de extracción de metales, que dejan una importante huella medioambiental. A la vez, reutilizar metales que no hayan sido contaminados previamente por sustancias tóxicas y dañinas para la salud, supone ahorrar también en el consumo de energía, agua y en las emisiones de CO2. De hecho, al reciclar una tonelada de chatarra se utiliza entre un 70% y un 95% menos de energía que al fabricar una tonelada de metal que no haya pasado por ningún proceso de reciclaje.
Características de los envases y cierres metálicos
Además de ser 100% reciclables, los metales se caracterizan por su resistencia a impactos, soportar temperaturas extremas y servir de barrera total contra la luz, el gas y el oxígeno. Por ello, el metal se convierte en una solución idónea y eficaz para cierres y envases como las latas de conserva de alimentos o bebidas, aerosoles, botes industriales, tapas, chapas, tapones, o precintos.
Las propiedades de los envases y cierres metálicos hacen que estos también sean eficientes durante la cadena de suministro, dado que, por ejemplo, resultan fáciles de manipular, una característica que reduce el deterioro y los costes. Por otro lado, su rigidez permite también un llenado a gran velocidad y sin prácticamente pérdida de producto, garantizando así la eficiencia global de energía.
Además, su resistencia a los golpes minimiza también el riesgo de vertido o rotura durante el transporte. Esta misma dureza y estabilidad permite apilarlas y poder transportar más cantidad en menos viajes, lo que ayuda a reducir aún más los costes de transporte y las emisiones de CO2.
Gracias a estas características, los envases y cierres metálicos tienen un papel esencial en la economía circular, un modelo de producción y consumo basado en reutilizar y reciclar materiales y productos ya existentes y producir bienes y servicios. Así, se reduce el consumo y desperdicio de recursos energéticos o materias primas naturales como es el agua.
Fuente El Español